¿Sabías que los primeros años pueden determinar la base para que tus hijos tengan una vida adulta saludable y exitosa? El cerebro se desarrolla con el tiempo, y la parte más importante se establece durante los primeros años de vida. Es como construir una casa: una base sólida en esta etapa aumenta las probabilidades de obtener resultados positivos, mientras que una base frágil incrementa las probabilidades de dificultades posteriores.
Las condiciones de vida durante los primeros años pueden influir en el futuro en relación a sufrir enfermedades coronarias, hipertensión, diabetes tipo II, problemas mentales y obesidad. Los expertos sostienen que esto se debe a que el circuito de control del estrés parece establecerse en la temprana infancia y marca un patrón de respuesta para toda la vida. Además, otro factor clave en los primeros años son los patrones de crianza los cuales ejercen un gran efecto en el desarrollo cerebral.
Según Alicia Liberman, psicóloga de la Universidad Johns Hopkins, los tres primeros años son los años mágicos para la intervención. «El cerebro es una máquina de aprendizaje que será moldeada y formada por el entorno y las experiencias».
Las experiencias significativas que moldean el cerebro infantil
Entonces, ¿cuáles son las experiencias que podemos promover para un desarrollo cerebral saludable en los primeros años? En primer lugar, es fundamental ser un adulto cuidador cariñoso y atento que participe en interacciones de «servir y regresar» (como en el tenis o el voleibol). Los bebés deben poder esperar una respuesta (devolución) cuando buscan una interacción (servicio). Un ejemplo de estas interacciones es cuando el niño está mirando o señalando algo, eso es un servicio, y la manera que respondas, una sonrisa, o un gesto que le exprese que lo estás atendiendo, es una devolución.
En segundo lugar, el lenguaje es crucial. A los 3-6 meses de edad, los bebés ya pueden discriminar entre sonidos, y a los 11 meses están preparados para aprender cualquier idioma. Los padres deben estimular lingüísticamente a sus bebés hablándoles, de esta manera se promoverá su estimulación cognitiva e intelectual.
La tercera experiencia importante es el juego, que ayuda al niño a desarrollar habilidades sociales, como la cooperación y el buen trato con los demás. También se recomienda la exposición a la música, ya que se ha asociado con una mejor capacidad para las matemáticas, la lectura y el desarrollo físico. Aprender a tocar un instrumento o cantar durante los primeros 2 años de vida puede generar nuevas conexiones en el cerebro que se mantendrán a lo largo de toda la vida.
En cuarto lugar, una nutrición adecuada es esencial. Los beneficios de la lactancia materna incluyen un mejor crecimiento y desarrollo, un sistema inmunológico más fuerte y una mejor cognición. La lactancia materna también mejora la salud de la madre y establece un vínculo seguro de apego.
Los beneficios de invertir en los primeros años para la sociedad
Los niños que disfrutan de programas educativos de calidad en la primera infancia tienen cuatro veces más probabilidades de continuar con su educación, obtener empleos especializados con mejores salarios y ser adultos más sanos y felices. Como sociedad, estos programas reducen los costos sociales, la desigualdad y el consumo de drogas, así como el encarcelamiento y la asistencia educativa. Los beneficios aumentan y los gastos sociales disminuyen. Los economistas que analizan el impacto de invertir en los primeros años estiman una rentabilidad anual de hasta un 13%.
Para los especialistas, desarrollar programas de calidad en la temprana infancia es la inversión más rentable para la sociedad, porque desde el niño:
• Construimos capital humano,
• Aseguramos su éxito en la escuela,
• Promovemos que tenga competencias para enfrentar con éxito los retos de la vida,
• Aseguramos que sea un ciudadano productivo,
• Aseguramos un ciudadano con valores éticos y responsabilidad social.
Las comunidades saludables fomentan el desarrollo de niños sanos a través de una red de apoyo. Los programas para padres y de apoyo familiar efectivos pueden ayudar a generar experiencias que contribuyan a construir competencias infantiles y a desarrollar una arquitectura cerebral saludable. (Centro para el Desarrollo de la Primera Infancia de la Universidad de Harvard)
Invertir en los primeros años, un imperativo moral
La ciencia y los números son muy claros. Como padres, educadores y legisladores hemos de ser conscientes de la validez de estos programas que disparan el potencial de cada niño. La falta de acción en este terreno sería una negligencia voluntaria con las generaciones futuras.
Si queremos que la economía, la industria y la sociedad prosperen, necesitamos pensadores críticos y resolutivos. Gente apasionada por lo que hace, creadores de equipos que saben gestionar sus emociones y desarrollan al máximo su atención. Esto se adquiere en los primeros años y nuestro compromiso es garantizar las condiciones para que los niños y niñas desarrollen ese futuro promisorio.